
Pabellón el otro cielo: “Es importante hacer un estudio de nuestra vegetación y su comportamiento en el largo plazo” | Diego Villarroel
Escrito por Matías González Ulloa
La pandemia del COVID-19 ha transformado nuestra forma de vida y ha llevado a un incremento notable de las actividades al aire libre. Esta tendencia nos ha brindado la oportunidad de conectarnos con la naturaleza, disfrutando de las áreas verdes, lo que no solo nos permite respirar un aire más limpio, sino que también beneficia nuestra salud mental y emocional.
Dentro de este marco, Diego Villarroel, arquitecto de la Universidad de Talca, hace especial foco a un antiguo templo católico que pertenece a la comunidad religiosa de Santa Amalia del Sauce, en San Clemente, donde comenta:
“En un principio, se trató de simple curiosidad al ver como en el periodo post 27 F las actividades de la iglesia eran contenidas por una capilla de emergencia al exterior. Luego en 2020, esta curiosidad escaló a otro nivel al ver como la comunidad se enfrentó a la pandemia llevando a cabo sus actividades al aire libre nuevamente, esta vez resguardados por una infraestructura frágil hecha con lo que tenían a mano.”

Es por esto que, en el patio de este lugar, Diego propone un espacio destinado a brindar apoyo temporal para las actividades colectivas al aire libre de la parroquia. Por lo que proyecta una estructura circular de 10 metros de diámetro, la cual alberga un jardín formado por elementos existentes y nuevas especies naturales. Además, la altura de este pabellón genera un contraste notable con la atmósfera interior de la iglesia, ya que se encuentra al aire libre y se funde con el cielo.



Con el objetivo de reducir los costos del presupuesto, se optó por evitar la instalación de fundaciones en el proyecto. En su lugar, se utilizaron estacas de fierro estriado que fueron enterradas a una profundidad de 70 cm en el suelo, proporcionando un soporte para cada marco de madera de pino bruto de 2×2 pulgadas. En su conjunto, esta construcción puede ser percibida como una delicada estructura de madera, diseñada para resaltar las cualidades y características de este material, al tiempo que se busca lograr estabilidad y armonía estética. Este sistema constructivo es la respuesta a las diversas experiencias que ha vivido el autor en su paso como estudiante de arquitectura y la búsqueda de referentes, donde nos comenta:
“…mi paso en la Escuela de Arquitectura de Talca muchas veces tenía que emprender viajes hacia sectores rurales y alejados de Talca. Allí iba descubriendo en cada construcción sistemas constructivos, intuitivos y de variadas materialidades, que respondían a necesidades puntuales y que eran resueltas con acciones claras.
La forma del pabellón responde primeramente a la necesidad de generar una estructura de gran impacto, que perdure en el tiempo y que sea de bajo costo. La repetición de los marcos en forma circular resultó ser la solución más eficiente y que cumple con todos estos objetivos.
Dentro de mis inspiraciones destaco el Serpentine Gallery Pavilion de Peter Zumthor y el paisajista Piet Oudolf, la obra de Azócar Catrón arquitectos y Gilles Clement con su Manifiesto del Tercer Paisaje.”


Se puede concluir que la obra valora y rescata los sistemas constructivos locales, como galpones, invernaderos y gallineros de madera, presentes en el paisaje rural maulino. Esto no solo honra la identidad regional, sino que también aprovecha los conocimientos y técnicas tradicionales. Al utilizar estos sistemas, se logra una integración armónica con el entorno.
Como revestimiento, se ha instalado una malla raschel de color blanco en el perímetro exterior de la estructura. Esta malla, junto con un sistema de riego, tiene como objetivo promover la integración de las hiedras trepadoras ubicadas en el borde de la obra. El propósito es lograr una obsolescencia controlada, permitiendo que con el tiempo la malla se transforme en un exuberante manto vegetal que abarque toda la estructura. Esto ofrece una experiencia enriquecedora de contemplación y aprendizaje en torno a la vegetación del entorno y sus sistemas. Este acercamiento hacia lo vegetal, Diego lo ha tenido en experiencias previas, comentándonos:
“Dentro del taller de investigación en la escuela, realicé un reconocimiento de los paisajes naturales que surgen del abandono o la falta de intervención humana. En este proceso, pude elaborar un catálogo de las especies vegetales que albergan, y como algunas de ellas pueden ser potenciadas a través del proyecto de arquitectura.
Trabajar con un manto de malla raschel implica asumir que este elemento se deteriorará con el tiempo. Considerar este futuro inminente para el pabellón me hizo plantear una estrategia a largo plazo, en la cual las enredaderas se convierten en un manto verde que eventualmente reemplazará al plástico.”


Luego de terminada la obra y el tiempo transcurrido, este espacio se ha utilizado de buena manera por los miembros de la parroquia de Santa Amalia del Sauce, quienes han cuidado este espacio, sintiéndolo parte de su comunidad. Diego, ha mantenido contacto estrecho con estas personas, comentándonos:
“Si bien hace meses no visito el lugar de forma presencial, siempre recibo mensajes por parte de la comunidad de Santa Amalia avisando sobre las actividades que realizan allí dentro y el estado de las plantas. Por ejemplo, cuando nevó el año pasado, cierto porcentaje de la vegetación pereció y fue repuesta posteriormente por los mismos, en ese sentido se generó un sentido de pertenencia de la obra hacia la comunidad.”


Tomando en cuenta esta obra, pareciera ser necesario que los distintos proyectos que se estén ideando ahora o en el futuro, tengan una aproximación hacia el medioambiente, y tener en cuenta que la vegetación es fundamental para el futuro de la humanidad en sentidos no tan solo decorativos, tomando en cuenta los ecosistemas preexistentes en las diferentes localidades y trabajar en conjunto con ellos, para un mejoramiento frente a la crisis climática existente. Junto a esto, Diego opina:
“Sin duda, en nuestro contexto de cambio climático se hace necesario plantear este tipo de inquietudes en los proyectos de arquitectura e ir proponiendo soluciones, experimentar con ellas y fallar para luego progresar.
Es también importante hacer un estudio de nuestra vegetación y su comportamiento en el largo plazo, recibir el asesoramiento que amerite y componer el sistema adecuado para su lugar.”


Este proyecto fue parte del proceso de Diego Villarroel para optar al título de arquitecto en la Universidad de Talca junto a su profesor guía Víctor Letelier.