Refugio Corral Abierto | Edgard Torres Torres

En la alta cordillera se habita en enclave, esto es, la contingencia de lo topográfico y lo climático. Es en verdad que todo el habitar de la zona es contingente al medio ambiente, dado que la supervivencia depende de saber leer los signos. Es quizás por ello que el arriero no ve el paisaje, sino los detalles, los elementos que le sirven de guía, de mapa mental para la navegación en un medio a ratos hostil. Una de estas rutas es la que conduce al Monte Campanario, frontera y destino de estos pequeños grupos trashumantes y sus cabezas de ganado.

En el espacio topográfico de la alta cordillera se funden función y forma. La toponimia designa como los nombre de calles, plazas o edificio de escala ciclópea. Corral Abierto es uno de estos lugares en la ruta del pastoreo, una detención para juntar el ganado, comer, dormir. El dispositivo surge entonces como una concentración de energía en un territorio que apenas se deja recorrer, un minúsculo espacio de reposo.

 

Las piezas de madera que se apilan como si de piedras se tratase, cobijan del sol, generando una ventilación vertical que saca el humo de la fogata y permite colgar los cacharros para asar la comida. La estructura apoyada sobre las rocas existentes forma un prisma unitario y esencial que aparece al caminante como excepción, permitiendo en su interior el surgimiento de los rudimentos de la vida.

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