Silográfica: Pintar en el campo es una experiencia completamente distinta a pintar en las calles de una ciudad | Víctor Letelier

La identidad que define a nuestra región surge principalmente del territorio rural, donde la relación entre los habitantes y la tierra ha trascendido históricamente. Estos paisajes rurales han sido testigos de una conexión cultural profunda, donde la tierra no solo provee sustento, sino que también se convierte en un símbolo de arraigo y pertenencia. No obstante, es innegable que se ha producido un distanciamiento significativo en estos lugares con respecto a los modelos de vida contemporáneos, tanto desde una perspectiva física como cultural. Cada vez más habitantes de las zonas rurales toman la decisión de abandonar sus localidades y trasladarse a las ciudades, lo que conlleva inevitablemente la renuncia a la preservación de comunidades y tradiciones profundamente arraigadas a sus raíces. Además, el crecimiento expansivo de la estructura urbana ha contribuido a la disolución de los valores del paisaje rural, a medida que se construyen más calles asfaltadas y edificios. Esta transformación ha generado un quiebre en la esencia misma de la vida rural, diluyendo así su identidad característica. Dentro de este marco, el arquitecto y docente de la Universidad de Talca Víctor Letelier, se propone vincular lo urbano y rural, entendiéndolos como 2 contextos opuestos, utilizando una acción artística como instrumento mediador, con la intención de proteger y legitimar el paisaje rural Maulino. Es ahí donde nace Silográfica, donde Víctor nos explica:

“Silográfica es un proyecto de gran escala que busca poner en valor el paisaje rural de la región del Maule a partir del arte urbano, utilizando como soporte antiguos silos de hormigón emplazados en diferentes zonas productivas de la región. La propuesta intenta contrarrestar los estragos causados por la expansión urbana sobre los paisajes rurales de la región, vinculando dos contextos opuestos a partir de un contrapunto, en donde el arte callejero y el paisaje rural en su coexistencia conforman finalmente la obra de arte.”

El año 2020  gracias al financiamiento del  Fondo para la Creación Artística de la Vicerrectoría de Investigación de la Universidad de Talca, se dio comienzo a la primera etapa de este proyecto,  el cual posibilitó la intervención de 2 obras realizadas por  artistas nacionales: BascoVazko el año  2021 en Callejones y Conilars en Villa Alegre el año 2022 El desafío a largo plazo es intervenir un total de 10 silos con murales realizados por 10 destacados artistas de la escena nacional e internacional del arte callejero.

La motivación principal que impulsa este ambicioso proyecto es poder llevar arte urbano de calidad a comunidades rurales alejadas de los centros urbanos.

El proyecto rescata el sello autoral de cada artista, convirtiendo la obra en una pieza de arte inédito que se instala sorpresivamente en olvidados silos dispersos en el paisaje rural maulino.”

Para la primera etapa del proyecto, Víctor realizó la selección de los artistas BascoVazko y Conilars, ambos ligados a intervenciones de canchas, parques, edificios, entre otros, tanto dentro como fuera del país. Sobre esta selección y el cómo fue trabajar con los artistas en el contexto rural Maulino, Víctor nos comenta:

“La selección de los artistas que dan inicio al proyecto se basó en intereses personales que vienen acumulándose desde mucho tiempo atrás. El trabajo de BascoVazko por ejemplo lo vengo siguiendo desde hace más de 15 años. Su trabajo es un referente en la escena nacional del grafiti. Es un artista de la vieja escuela que me interesaba incorporar en el proyecto ya que parte de su trayectoria ha estado vinculada a lugares periféricos o en estado de abandono. Contar con su participación para abrir el proyecto fue crucial, tanto por la calidad de su obra como por sus habilidades técnicas para poder enfrentar un desafío de esta magnitud. Pintar un silo de 16 metros de altura con brocha y rodillo en una semana no es una tarea sencilla, se requiere disciplina y sobre todo experiencia.

En el caso de Conilars, su trabajo cautivó mi atención hace aproximadamente 4 años. Coni es parte de una generación de muralistas de la nueva escuela que se han posicionado rápidamente en el panorama nacional con obras y estilos diversos de gran calidad. Su participación en el proyecto despertaba mi interés debido a su creatividad y sus habilidades en la producción de obras de gran formato. Conilars es sumamente profesional y muy detallista en su proceso creativo. A mí me interesaba recuperar parte de su imaginario en el proyecto ya que la idea, justamente, era que cada artista pudiera diseñar una obra que reflejara su imaginario personal, para generar una pieza única que irrumpiera con su diseño y dimensiones la rutina del campo maulino.

Afortunadamente ambos artistas aceptaron la invitación. Creo que para ellos lo atractivo del proyecto era enfrentarse al desafío de pintar en un tiempo limitado un objeto de geometría singular y grandes dimensiones, ubicado en un paisaje ajeno a su contexto citadino. Pintar en el campo es una experiencia completamente distinta a pintar en las calles de una ciudad. La ciudad tiene su propia velocidad, abunda el ruido y la presión constante. En el campo en cambio, el silencio impera y el tiempo pasa más lento, permitiendo contemplar el entorno y conectarse con él.”

El proyecto ha sido difundido por las redes sociales desde que se intervino el primer silo, lo que ha generado una cantidad importante de reacciones por quienes los habitantes del sector y los visitantes, donde incluso ciclistas de las zonas urbanas aledañas toman como ruta el conocer estos silos. Esto no es ajeno a lo esperado por Víctor, mencionándonos:

Es difícil saber cómo va a reaccionar la gente cuando intervienes sus entornos con algo tan improbable como esto. No interesaba generar “participación ciudadana”, de lo contrario, el proyecto se hubiese transformado en algo bastante predecible. Las reacciones de los habitantes fueron apareciendo poco a poco. Mientras se pintaban los altos silos los lugareños se acercaban tímidamente. Llegaban con bastante curiosidad. Observaban en silencio y en ocasiones entablaban conversaciones con los artistas intrigados por el misterio que envolvía todo aquello. No eran muchos los que se acercaron, pero con esa cantidad de gente ya era suficiente como para comprender que nuestro trabajo estaba siendo bien recibido. No colocamos ningún cartel en el lugar. No realizamos ninguna difusión previa ni posterior en las zonas intervenidas. Todo transcurrió de forma sorpresiva y natural, tal como lo hace un grafiti en una calle cualquiera.

Finalmente hubo un plan de difusión posterior a las intervenciones que se llevó a cabo en formato digital a través de web y redes sociales principalmente, desencadenando la reacción de miles de personas. En ese sentido la fotografía fue clave para dar a conocer el proyecto, ya que el arte se difunde velozmente en internet, transformándose muchas veces en un producto virtual de consumo global.

Para más información sobre este proyecto, puedes visitar la web silografica.cl, la cual tiene información de las intervenciones, sus ubicaciones para ser visitadas, sobre los artistas y cuales serán los siguientes silos a pintar.

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